Comenta el propio Mazzola que el miedo que le tenían a los brasileños era increible y existen imágenes en las que tal hecho se corrobora cuando suena el himno italiano y los once azzurri están completamente petrificados, cosa por otro lado lógica ya que era la primera final en muchos años para los italianos.
Sin embargo, la relajación se apoderó de Brasil y fruto de ello , vino el empate italiano obra de Boninsegna, merced a un error de Clodolado en el centro del campo, 1 a 1 y la gran final que comenzaba de nuevo. Sería ahora cuando Brasil tendría que destapar el tarro de las esencias para poder doblegar a una correosa Italia.
El juego de Italia se basaba en marcar al hombre a los cuatro delanteros de Brasil y salir en rápidas contras tratando de sorprender a los sudamericanos, sin embargo, no creyeron oportuno marcar al quinto número 10 de Brasil , Gerson, y ese error les costaría muy caro. A mediados de la segunda mitad Gerson agarró un balón suelto en el borde del área y soltó un latigazo que se coló por la escuadra italiana sin que Albertosi pudiera hacer nada.
Con 2 a 1 y las fuerzas de los italianos al límite tras la extenuante prórroga del partido anterior, Jairzinho logró meter el tercer gol brasileño empujando a la red un pase de Pelé, entrando en la historia como el primer y hasta ahora único jugador en lograr hacer un al menos un gol en todos los partidos de su selección en el mundial desde el primer partido hasta la final.
Por último el cuarto y definitivo gol resumiría lo que era esta selección. Un total de ocho jugadores tocaron la pelota durante treinta segundos sin que ningún italiano oliera la pelota hasta que el esferico acabó en la banda derecha donde Carlos Alberto, capitán de este auténtico equipazo, logro conectar un derechazo que entró junto a la cepa del palo de la porteria italiana. Un genial broche de oro a un equipo que había logrado jugar a fútbol como nunca antes lo había hecho nadie hasta entonces.

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